En 1925, durante una sesión de análisis entre Marie Bonaparte y Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis le dijo “la gran pregunta sin respuesta a la cual yo mismo no he podido responder a pesar de mis treinta años de estudio del alma femenina es la siguiente: ¿Qué quiere la mujer?” por alguna extraña razón, esta simple interrogante se ha repetido una infinidad de veces, y Harley Davidson se dio a la tarea de encontrarle respuesta.
A través de la empresa Kelton Global, el fabricante de motocicletas realizó un encuesta online para determinar los niveles de satisfacción y autoestima de las mujeres que conducen una motocicleta frente a las que no lo hacen.
Este estudio fue realizado en Norteamérica a 1, 013 mujeres que manejan una moto y 1, 016 de las encuestadas no conducen este vehículo.
El 37 % de las que manejan una motocicleta se sienten más felices respecto a un 16 por ciento de las que no conducen.
Del primer grupo, el 27 % se siente siempre sexy frente a un 7 por ciento del otro grupo. Asimismo, 35% de éstas se sienten seguras de sí mismas respecto a un 18 por ciento de las que no tienen una moto.
Al igual que los hombres, el 53 % de las mujeres que conducen una moto la consideran una fuente de felicidad y el 74 % de ellas creen que este vehículo ha mejorado sus vidas.
Respecto a las relaciones interpersonales, el 60% de las mujeres que manejan una motocicleta se sienten satisfechas con la comunicación que tienen con el hombre. Además, el 51 % están contentas con su vida sexual frente a un 35 % de las que no manejan este tipo de vehículos.
Claudia Garbe, directora de marketing para el público femenino de Harley Davidson aseguró a los Angeles Times, “que manejar una motocicleta se trata principalmente de libertad. También agregó que, para una mujer hacer cosas que quiere por ella misma ayuda a que se sienta segura de eso y lo que se refleja en cada aspecto de sus vidas”.
Según el estudio, en el mundo se pueden encontrar 12 millones de mujeres motociclistas. De acuerdo con el Motorcycle Industry Council, esta cifra subió en Estados Unidos de 10,5% en 2009 a 12% en 2012.
